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lunes, 20 de febrero de 2012

Sin puntos suspensivos.


Ana Karen Pérez.

Un polvo blanco dibuja su mente, huir, escapar de la realidad como sabe hacerlo es lo único que desea. Despedirse, decir adiós siempre le ha costado trabajo; no saber hacerlo y con su tan explosivo carácter la lleva siempre a extremos. La imagen de esos copos de nieve, esa sensación de ardor y amargura es lo que quiere para tranquilizarse.

La historia en la que plasmo sus mejores palabras, las más finas, las más bellas, las de más sentido, las que salieron del fondo de su corazón, las que en ocasiones le dolieron y en otras la hicieron feliz, ya no tenían mayor sentido, ese libro dónde plasmo sueños, ilusiones y amor, se lo habían llevado, la habían despojado de él, no sabía si porque era una buena historia o porque era tan mala que no merecía conocerla nadie más…

Era de noche cuando llegó a su casa, desesperada se encontraba buscando esas paginas donde había escrito su vida, la mejor parte de toda su vida… lo conoció hace casi tres años atrás, el destino los puso en el mismo camino y las causalidad se encargaron de unirlos hasta la mañana de hoy.

La noche la pasaron juntos, pero no hubo amor, amor carnal, pasional, un pequeño abrazo hasta que ella quedo rendida por el sueño, sueño que no llego sino hasta altas horas de la madrugada; ya levantado el sol, ella despertó primero, lo observo durmiendo y se lleno de ternura, le acariaba el rostro y pasaba sus dedos por su cabellos negros y lacios, le cuidaba los  últimos minutos de sueño que tendría a su lado. Cuando despertó, no hubo besos, ni abrazos tampoco un –buenos días-, él después de algunos minutos se levanto y se fue, en sus manos iban esa paginas que durante tres años fueron escritas, la parte de esa novela que nadie leerá jamás.

Su final, no tuvo despedida, a su final, como diría Sabina, “no le quedan tres puntos suspensivos”. 

viernes, 22 de julio de 2011

25 de Julio

“Muchos saben que me llamo Ana Karen, que soy la menor de tres hijos, que estudio periodismo y amo a Enrique Bunbury. Pero en realidad pocos saben lo que hay debajo de esta piel que cubre unos escuetos huesos. Quizá sepan que mi color favorito es el morado pero que la mayor parte del tiempo me escondo detrás de un fleco, una blusa negra,  jeans ajustados, cinturón con estoperoles y una par de botas , que a veces me refugio en el mismo fleco, en algún color del arcoiris y en otro par de botas y que mis flores preferidas con las gerberas y sólo un chico me las ha regalado.


Otros a lo mejor piensan que me conocen bien por saber que soy técnica en comunicación, tengo pocos amigos y Arjona alguna vez fue mi “hit”. Que jugué fut-bol y me corrieron de la prepa.
Consentida aunque lo niego, orgullosa de nacimiento y berrinchuda por diversión.
Hace 20 años que me encuentro en este mundo, hace 20 años que recibo felicitaciones por un año más, hace 20 años que muchos me recuerdan y probablemente sean menos años para aquellos que esten intentando olvidarme.


Tez blanca, cabello oscuro y ojos grises, así me presente ante el mundo aquel jueves 25 de julio a la 1:49 AM, dicen que mi papá casi lloro, juraban que iba a ser otro niño y se llevo la sorpresa de su vida, quizá la niña que no quería por lo complicado que debe ser cuidar de una. Mi mamá por su parte supongo que agradeció a Dios por que las dos sobrevivimos después de tantos y tantos “ajetreos” que sufrió en el embarazo y después de éste.

Hoy soy más morena que blanca y mi cabello ya no es oscuro, de los ojos mejor ni hablo, ja, obvio no son grises ya, hoy intento mostrarle al mundo mi mejor cara para aquellos que una vez me sufrieron no lo hagan más”.

Pero a todo esto ¿quién es Ana Karen? Pues como ya lo dijo, es la menor de tres hermanos, la pequeña consentida, la niña orgullosa y con pocos amigos, la “emo” para algunos, la “fresa” para otros. Es la persona que odia las injusticias, la discriminación y que juzguen a gente. La amante (aunque en sueños) de Bunbury, la soñadora interminable si Sabina la acompaña o la alcohólica si toma con J. A. Jiménez,  la que a veces llora con Nacho Vegas.

Ana Karen hasta hace poco intentaba ser quien los demás esperaban, lo fue hasta que él (lo recuerda con cariño) se alejo de su vida, hoy a veces lo extraña, y es raro, porque sufrió, pero sin duda después de su partida aprendió de la vida lo que hasta ese momento seguía sin conocer.

Es esa que no usa tacones porque al igual que las extensiones los considera falsedad, sin embargo le gusta en ocasiones abusar de algún escote y fundirse en jeans ajustados, shorts pequeños y ligeros vestidos. Es quien descubrió que sin maquillaje luce “linda” de verdad, quien nunca cepilla su cabello. Quien hace poco encontró su otra mitad, no esa a la que juramos amar, sino a su otro yo por decirlo así, se dio cuenta de que paso por todo, fue considerada, fresa, emo, dark, rocker y la más mamona de todas.

Muchos de ella saben que le tiene miedo a la soledad, que no ruega, que ha perdido amigos y que le gusta escribir. Pero en realidad pocos saben que usa lentes, que en alguna ocasión leyó superación personal, que tuvo el autoestima más baja que un enano, que hizo llorar a mucha gente, que en el último año ha aprendido más cosas que en toda su vida, que su película favorita es Alicia en el país de las maravillas, que el libro que la marco fue “El Túnel” de Sábato, que en ocasiones es una tonta soñadora, que se ha enamorado tres veces y en dos le han roto el corazón, que casi nunca lleva las uñas largas, que odia las bolsas y pertenece a un escaso grupo de mujeres que detestan las compras; que odia las rebajas de temporada porque le resulta desagradable el de desorden que dejan aquellas hembras desesperadas por esas prendas que hace cuatro meses más del 60% de las chicas que compran esa marca ya tienen, siente en ocasiones que reflejan su poca seguridad y personalidad, compran donde todas y se ponen lo que todas.  Tampoco saben que hace casi un año conoció a uno de sus mejores amigos, y que él le enseñó a ver la realidad del mundo, que su roommate la ha hecho darse cuenta de muchos errores y que en una taza de café y el humo de algún cigarro encontró el refugió perfecto para su soledad, ah,  y que tiene un tatuaje.

Quizá cuando conoce al alguien deba presentarse de la siguiente manera – “Me llamo Ana Karen, mi color favorito es el morado, pero visto de negro casi siempre, no uso tacones porque me parece algo banal, me  escondo detrás de un par de botas, un lápiz y papel, mi cabello siempre va suelto, le tengo miedo al amor, sin embargo me enamoro más fácil de lo que se puede pensar, no me gusta llorar pero es mi mejor refugio para los dolores, soy muy impulsiva, mi flor favorita es la gerbera, nunca me regales rosas, los leones son mi animal favorito pero me identifico con los búhos, creo en las hadas y no profeso ninguna religión, sin embargo creo en Dios, supongo que en algo debemos de tener fe. No bailo a pesar de que me gusta, intento no ser coqueta, no sonrío casi nunca y si me quieres ligar evita decir cosas como “tus ojos son los más hermosos, tu sonrisa es bellísima, me encanta tu cabello, etc.” Porque a pesar de  escucharlo en muchas ocasiones, a veces, depende de quien lo diga, me hace sonreír. Soy un mundo de incongruencias”.

Creo que lo que de verdad casi nadie sabe es que no le gusta cumplir años por eso de los abrazos,  esas muestras de cariño la hacen sentirse vulnerable y humana, cosa que en ocasiones preferiría no ser, para no llorar, para no amar, para no sufrir, para no crecer.

Su papá es su ídolo y ese por quien pretender ser todo aquello que no lo haga desilusionarse de ella. Su mamá es con la que se desquita de la vida, a quien le cuenta todo, una de esas tantas personas a las que ha hecho llorar y de quien más se arrepiente. Karen se descubrió más mala de lo que se pensaba en una charla con su mejor amiga. Dejó ir a quien pudo ser uno de esos seres que la hicieran feliz por aquel primero en romperle el corazón y lo cambió de nuevo por ese segundo.

A ella no le gustan los niños,  pero si se trata de sus sobrinos todo es diferente, ama la lasagna, el whisky, las tardes nubladas, el olor a tierra mojada y que la abracen por sorpresa. Persona de pocas palabras pero mucho sentimiento.

En su segunda prepa descubrió que hay fresas que en realidad son buena onda y más que aprender de comunicación aprendió de la vida.

La universidad le trajo grandes amigos, muchas experiencias, demasiadas fiestas, mucho alcohol y algo que hasta hoy sigue diciendo que es amor, aunque en algún momento lo llamo chocolate, que porque siempre hay uno para cada ocasión, ella siempre piensa en comida y no le remuerde la conciencia por las calorías que consume.

Se ha teñido el cabello de rubio, de rojo, de castaño, de chocolate, de “rubio cenizo”  y de negro, se ha perforado en tres ocasiones y ya planea su segundo tatuaje.

Con Vargas a valorado más la música y conoció a grandes personas.  Tiene una amiga argentina con la que se burla de aquellas que se dicen BFF (aunque, la argentina si es eso para ella), el amigo más viejo que tiene lo conoce desde hace 16 años y es con quien más a llorado, sus peores “pedas” fueron en la universidad.

Se encuentra dividida entre dos hogares desde hace 2 años, por primera vez en su vida se ha convertido en una persona asalariada y también por primera vez en su cumpleaños planea dar las gracias a aquellos que se acuerdan de ella, por esos que como su mamá dan gracias a Dios de que siga en este mundo, a los que han llorado con ella, reído y amado. A los que jugaron, bailaron y se emborracharon en alguna ocasión. A los que la han soportado enojada, triste, desesperada y desilusionada; a los que la han hecho ver su realidad y le han mostrado sus errores. A los que dejó en el camino les pide disculpas por no haberlo evitado, a los que hizo llorar les presta un pañuelo mágico para que borren esos recuerdos y sequen las lagrimas del alma.

Hoy, yo, Ana Karen Pérez, la menor, la más pequeña, la indefensa y temerosa, la desconfiada, la enamoradiza, la emo, quiero decirles que a 20 casi todos llegamos, con mi nostalgia lo dudo, pero con mis ganas quizá, detesto mis cumpleaños porque a final de cuentas tienes que mostrar una sonrisa para decir gracias, aunque en realidad no quisieras leer o escuchar eso que se les dice a todo el día de su cumpleaños, sin embargo, hoy más que nunca valoro a todos esos que me recuerdan que he vivido un año más y que me esperan nuevas cosas, nuevos retos y porque no, nuevos años.

Hoy yo, me felicito a mí, por ser esto, en lo que muchos de ustedes han contribuido, aquellos que me quieren con mis defectos, gracias, aquellos que se fueron por mis defectos gracias, aquellos que me los hicieron ver gracias, a los que me hicieron más humana gracias, a los que me enseñaron a amar gracias.
Hoy en mi cumpleaños, yo los felicito a ustedes, por llevar años aguantando a esta loca cabecilla incomprensible, incongruente e impredecible, amargada y orgullosa, hoy en mi cumpleaños soplare las velas para desearles que el próximo sigan conmigo.

lunes, 11 de julio de 2011



Desperté a las 8 de la mañana justo porque un rayo de sol hirió mis ojos con su taladrante resplandor. Escuche a mis padres terminar de prepararse para salir rumbo a ese lugar que por muchos años me ha hecho tener que verlos por las noches únicamente y que gracias a su dedicación, me han mantenido tantos años, si me refiero a ese que muchos llaman trabajo sólo porque alguien (sabrá Dios quién) se le ocurrió llamarlo así.

Me levante de la cama en el momento exacto que mis papás abandonaban la casa para subirse al Tsuru azul que me ha llevado a infinidad de lugares. Ah!, si ese condenado carro hablará.

Entre al baño y abrí la regadera, en mi cabeza sólo un pensamiento, mientras el agua del grifo caía como una tormenta en pleno verano y se iba por la coladera sin rastro alguno de jabón, me repetía a mis adentros ayer tenía que haber sido ese día especial para crónicar, sí, ayer era ese día.

Aún tenía en mí la sensación de vergüenza por haberme presentado a la clase de TTTV para hacer examen, aunque ni tanta vergüenza porque asistí. Minutos después de presentar aquella hoja con respuestas incorrectas partía rumbo a mi querida Guadalajara, aquella con la que engaño a mi novio todos los fines de semana, esa que en ocasiones aborrezco. Una travesía más como todos los viernes, conseguir el “raite” que me hará “ahorrar” los 70 pesos que ya me había gastado, la comida con Vargas, el ensayo de Chesire, si ayer era el día. Pero sin embargo tendrá que ser hoy, si hoy, no habrá ningún otro, me decía. 

Tome mi baño ya tan rutinario de todas la mañanas, me cambie y comí algo rápido para después arreglar mi cuarto que era un desastre, esperando hacer el tiempo suficiente para ir a comer a la llegada de mi papá a la casa; y así lo hicimos. Carne en su jugo fue el menú del sábado, continuamos con unas compras “express” como postre y culminó con mi partida a la casa Chesire, o de Vargas que es lo mismo, lo que haría interesante mi día ya estaba por llegar.

Como siempre llegue tarde, con ese hombre jamás he podido ser puntual, si no llegó antes llegó después, pero nunca a tiempo, pobre, y aun sigue confiando en mi puntualidad pensé. Cuando entre en su casa lo encontré atareadísimo jugando con Goshca, el nuevo perro, y en el sillón la ví, su diminuta figura me hizo creer que era una broma, como aquella criatura podría cargar con el titulo de tatuador, sin embargo ella lo es.

Presentación formal, -Boo ella es Karen, -Karen, Boo. Y ella a lo que iba, me preguntó por el tamaño ideal, y comenzó a sacar sus instrumentos de trabajo, cuando saco la aguja, me asuste, era enorme, plasmo el diseño en un papel y después en mi espalada baja, inclínate hacía el frente, comenzaré ahora.

Sus guantes negros combinaban a la perfección con esas enormes botas que eran mucho más grandes que ella, esos guantes de látex negros que invadían con su peculiar olor a nuevo toda aquella habitación, y completaban su atuendo era lo que más llamó mi atención.

 –Comenzaré ya, dijo de nuevo, y sentí el primer pinchazo, mi ceño se frunció y mis manos sudaron, los minutos pasaron y los pinchazos seguían, pregunte cuanto tardaría, -30 minutos a lo mucho, sonaba Vegas en el fondo para disimular el aterrador zumbido de ese aparato que producía esa quemazón en mi piel, esa inyección prolongada  que vibraba me hacía sufrir más que aquel regaño único que me ha propiciado mi madre en mis casi 20 años de vida, ese raspón sin caída, ese ardor de los mil demonios, ya no soporto, ah!, no rellenes, ah!, me duele, ah!, ya no lo quiero, era lo que  repetía en silencio, si sólo para mí. 

Entonces Pink Floyd comenzó a sonar,  de su boca escuche un ya casi está listo. Terminado, ahora no te muevas espera a que seque y después bajas tu blusa, me limpio con un algodón y un liquido extraño de color azul que no pregunte que era, espere y entonces dijo ya, -Vargas ya puedes ver le dijo, él entro sonrió y comento pensé que te escucharía llorar no eres tan “gay”, y después soltó una carcajada. Tómale una foto le pedí y en cuanto estuvo lista se la envíe a David, justo como lo había prometido desde el viernes, enseguida de ese realice otros dos envíos; me retire de la casa Chesire con una marca de porvida y 200 pesos menos.

Ocultando aquel compañero fiel llegue al trabajo de mi madre, mi papá me esperaba ya, iremos a cenar me indicó, moví la cabeza intentado hacerle saber que lo había comprendido.
El tatuaje me ardía, ay! como quema pensaba, intentaba no hacer gesto de dolor aunque de cuando en cuando una sonrisa de esas malvadas se me escapaba, era una de esas malvadas que se disfrutan porque dan felicidad, a pesar del secreto, si secreto, porque no es una mentira, que guardo para mis padres, me da la satisfacción de saber que tengo algo que me distingue de los otros, porque es sólo mi particular. Ellos no podrán comprender, no podrán evitar ese regaño seguido del sermón que se justificará con un porque te queremos te lo decimos, pero ya nada se puede hacer, lo hecho hecho está, escucharé mismo sermón que con aquella primera perforación.

Llegamos a casa, subí corriendo a quitarme el pantalón que tanto me atormentaba, me puse mi pijama y me dormí, me dormí con una sonrisa, como hace mucho tiempo no lo hacía. 

Ana Karen Pérez.

viernes, 22 de abril de 2011

A veces, sólo a veces

Y  a veces, sólo a veces, quisiera desaparecer, huir a ese mundito del que me hubiera gustado no tener que salir.

Donde no necesito de nadie, donde nadie me hace falta,  en donde la soledad es mi única compañía, siempre fiel, nunca me deja sola, no del todo.

Cuando estoy en este sitio que se supone debería de sentir mío, lo siento más ajeno, más lejano, siento una frialdad inmensa, un extrañeza, es tan diferente. Ha dejado de ser ese lugar especial en el que me gustaba refugiarme, donde encontraba ese calor que cunado el frío me invadía solía arroparme, esos brazos maternales que me protegían ya no están, la calida mirada del padre que por más difícil que algo fuera lo convertía en sencillo, se ha esfumado.

Aun no logro comprender por qué me siento tan ajena, tan lejana, tan extraña, en éste, que por mucho tiempo fue más que un refugio en mi propia realidad. Desde hace tiempo ya no es eso que solía ser.
Pero a veces, sólo a veces suele ser un poco de todo eso que tanto suelo extrañar, en ocasiones se convierte de nuevo en ese escondite dónde mis lagrimas, no caían porque justo cuando estaban al borde de mis lagrimales, cuando estaban por caer, como por arte de magia desaparecían; era como si un intenso sol las hubiera evaporado, nunca ni una sola había derramado, nunca mientras era mi escondite preferido. Pero con el tiempo, con el pasar de los años, no sé si yo me volví diferente, o ese lugar cambio…

Supongo que no fue del todo él, creo que tengo más culpa yo de la que puedo imaginar. Por una u otra razón me fui alejando, lo abandone. Creo que después de tantos años a mi ausencia ya se acostumbro. Yo, soy la extraña que llega a invadirlo con esas visitas esporádicas, o con aquellas que  en ocasiones se prologan, ni él esta acostumbrado a mí (al nuevo yo) ni yo estoy a acostumbrada a él (al nuevo él).

Antes de lo que mis pocas neuronas hay han asimilado lo tendré que dejar, para que él siga en paz sin mí, yo, aunque sea duro tendré que acostumbrarme a no buscar en él ese lugar que antes, hace años fue.

A veces, sólo a veces creo que ya lo tengo que dejar…

 

martes, 4 de enero de 2011

Una chica llamada Cambio

Había una vez, hace no mucho tiempo, en un lugar no muy lejano, dónde no había princesas, una joven, que no era muy diferente a las demás, de estatura promedio, piel cobriza, cabellos oscuros, y ojos color maple, pero sin duda su mirada era muy particular.

Y nuestra historia comenzará con lo que parecía ser un simple corte de cabello, que después de mucho pensar, lo decidió, su cabello, como ella misma lo reconocía, era lo único, en cuanto a su físico correspondía, que cuidaba, de un lacio impecable y un castaño no muy oscuro. Era lo que más le gustaba de si.

Su cabello, era casi tan polifacético como ella, hasta antes de cumplir su primer año de edad, era casi rizado, cuando por fin fue su primer aniversario era muy lacio y de un negro intenso, era largo, lo tenía hasta los hombros, con el tiempo y conforme fue tomando sus propias decisiones, es decir a la edad de 8 años fue muy corto, era una pequeña melena redondeada, al llegar a la adolescencia, era largo, mucho, pero nunca lo llevaba suelto.

Pasaron los años y se adentro mucho más en ese extraño mundo adolescente, vinieron los cambios radicales en aquella melena larga, lisa y oscura como la noche. Lo primero fue deshacerse de ese color negro de su cabello y lo tiño de cobrizo con algunas mechas en plata, tiempo después, lo corto, quito todo el volumen he hizo un pequeño fleco, que según le dijeron, haría que su rostro luciera más. Después de que su cabello quedara casi güero, decidió cambiarlo a un tono chocolate, y con cada cambio venia una transformación bastante significativa en su personalidad. Durante sus primeros años y mientras su cabello iba sostenido en una coleta de caballo, fue una chica, tímida, casi  introvertida, pero conforme surgieron los cambios en su cabellera su comportamiento cambio, sobretodo cuando desato su coleta.

Y todo se remonta a sus XV años, a esa edad se presentaron la mayoría de sus cambios, dejó la melena larga porque se convirtió en corta, el oscuro color de sus cabellos porque se volvieron claros y el lacio por un poco de friz, a cada cambio se le adjudica una ruptura amorosa, alguna decepción, o simplemente un mal trago. Así transcurrieron sus años , entre cambios de look repentinos.

La chica de la que hablamos se llama Cambio. Cambio era una joven promedio que por muchos años busco ser amiga de Aceptación, una chica de su clase. Aceptación, siempre fue una joven talentosa, de belleza incomparable y un carisma que a cualquiera enamoraba. Sin duda llevaba colgado un banderín con la frase popular desde su nacimiento.

Cambio era alguien tímida, que solía refugiar sus éxitos en sus amigas, no creía que pudiera ser capaz de lograr nada ella sola por lo cual siempre estaba acompañada por alguien no muy diferente a ella pero si más arriesgada, su fiel compañera era  Atrevida, una niña que no le tenía miedo a nada y que siempre por su personalidad rebelde terminaba por meterse en problemas, Cambio, quería mucho a Atrevida, y aunque no siempre estaba de acuerdo en lo que su amiga hacía, la apoyaba en todo.

Cambio quería encajar en el circulo de los chicos populares pero no le caían del todo bien, porque eran presumidos y muy materialistas, sin embargo Engreído, era un buen amigo de ella, él solía tenerle mucha confianza, le contaba sus cosas y pasaban mucho tiempo juntos, con el tiempo, Cambio, comenzó a sentir algo muy especial por Engreído y se lo contó Atrevida, y ella al sentirse traicionada se lo hizo saber a Engreído, y él se alejó de Cambio, ese hecho fue tan significativo para cambio que busco con mayor insistencia ser amiga de Aceptación, pero entre más cosas hacía para agradarla parecía que más se fastidiaba, entre tantas cosas que hizo para lograr ser como la mayoría esperaba que fuera termino por cansarse.

Después de muchos intentos fallidos por convertirse en una niña rosa, banal y plástica se convenció de no llegaría a agradarle lo suficiente a su “amiga” Aceptación, por lo que se saco todas esas ideas de la cabeza y siguió sus propios instintos. Fue así como entre una mezcla de sentimientos, que eran principalmente dominados por la tristeza y por un poco de esa valentía que hasta ese momento nunca había experimentado experimento su primer transición, corto aquel cabello, lo tiño y por fin lo llevo suelto.

Al soltar su melena se sintió mucho más segura de ella, experimento el amor, y aunque no fue tan buena esa experiencia aprendió mucho de ella, pero a lo largo de esa relación surgieron más transformaciones. Quito ese tono dorado de su cabeza y lo cubrió con café, nunca fue más largo de los hombros y de vez en vez lo amarraba en una coleta, esto fue después de su ruptura con Egoísta, el chico que sin duda hizo de su corazón un fuerte, se podría decir que quedo hasta blindado, y no conforme con ello, perforo su nariz, de ese modo, logro sentir que sacaba ese coraje que experimentaba hacía su ex-amor.

Después de un tiempo Egoísta regreso a la vida de Cambio, y tardo mucho tiempo para que saliera de ella, con su regreso Cambio tiño su cabello de negro, pero también lo corto, hasta por enzima de los hombros y con demasiadas capas se perforo de nuevo, justo por debajo de su labio inferior, para ese entonces ella ya era muy segura, sabía que podía lograr todo aquello que se propusiera, porque sola, había conseguido escribir para la revista quincenal que había en su escuela, y escribiendo era como lograba poner a todos sus sentidos a sus ordenes, pero paso un tiempo cuando tuvo que abandonar su escuela, continuo sus estudios en otra y de nuevo un cambio, aunque el color seguía siendo oscuro lo dejo crecer y se quito las perforaciones. Esa etapa de rebeldía que la había invadido ya pasaba.

Cuando logro encontrarse en paz con ella, cuando era lo suficientemente segura conoció a Vanidad, alguien de quien se hizo muy amiga y ella le presento a Egocentrismo quien también se hizo su fiel compañero. Muy mal acompañada por Vanidad y Egocentrismo se adentro en el mundo de la adultez, al que llego con un poco de madurez, la suficiente para poder afrontar una serie de problemas que se le presentarían. Como Cambio ya se encontraba estable y había formado ya su carácter y personalidad su cabello no se había trasformado ya, seguía siendo oscuro, largo y lacio, pero con un buen corte para dar cuerpo a esa pesada caída de sus cabellos.

Cuando Cambio llego a ser adulta encontró en un joven algo especial que hacía que su corazón se acelerará con tan sólo una mirada de él, ese joven era muy especial. Cambio comenzó una relación con él, y tenía esa forma de hacerla sentir muy segura, le bastaba con una palabra de él para salir volando, con el tiempo logro enamorarse a tal grado que ese chico comenzaba a evadir ese blindaje de su corazón, acto que asusto a Cambio y decidió alejarse de él.

Cambio era una chica que no sabía estar sola, por lo que siempre, a pesar de no tener una pareja, había alguien a su lado que la hacía sentir valorada y querida; y  esta ocasión fue igual. Su corazón comenzaba a experimentar pequeños acelerones que de repente se calmaban, pero muy de golpe, era como cuando uno empieza a manejar, y en un automóvil de transmisión manual, que de un momento a otro va bien, pero cuando viene el cambio de velocidad a veces se apaga. Algo así le sucedía en esta ocasión, por que pensaba que todo lo tenía bajo control, que sólo era el que estaba siguiendo sus instintos y que los tenía bien controlados; aunque en ocasiones se sentía muy confundida, estaba contenta y ¡pum! de golpe le llegaba un bajón, o ya se enojaba y de repente ya estaba feliz otra vez, todos esos cambios se reflejaban es su tan polifacético cabello, casi tanto como su tan marcada personalidad. A ratos no podía controlar esos pelos lacios, solía decir que cobraban vida, ya que se ponían rebeldes, al no saber que hacer con sus mechones lisos y bajo tanta desesperación por aquella situación, pensó que era lo que podía hacer, se había visualizado ya con un corte, corte que lo traía todo el tiempo en la cabeza, casi tanto como a este chico que comenzaba a ser especial, pero ella,  se negaba a aceptarlo.

Pasaron los días y la idea de una nueva transición seguía en su cabeza, y ese joven se comenzaba adueñar de algunos pensamientos.  Transcurrieron dos o quizá tres semanas cuando por fin, decidida acudió aquella estética que hacía mucho tiempo no pisaba, llego retrasada ala cita de la 1:40 por lo cual tuvo que cambiarla a las 4 de la tarde, llego segura de que eso que haría era lo mejor, ya que significaba cortar, o dar por finalizadas algunos capítulos de la historia de su vida a los cuales les hacía falta el punto final.

Lavaron su cabello y cuando estaba en aquella silla típica de sala de belleza, de esas redondas, gordas y que giran, la estilista, que era muy bonita por cierto, le pregunto que si ya sabía que quería, a lo cuál, Cambio, más segura que nunca respondió con un tajante – Sí, pasaron algunos segundo y añadió – Quiero una melena cóncava. La peluquera se quedo sorprendida con aquella respuesta y preguntó en seguidas ocasiones que si estaba segura, y ella movió la cabeza de arriba a bajo en señal de un sí, la estilista comenzó con su trabajo, corto, entre saco y degrafilo, minutos después el corte estaba listo, sorprendida pero conforme con el resultado pago y salió del lugar.

Al llegar a casa, abrió el armario y se puso a buscar aquella ropa de colores oscuras y formas diversas, que hacía mucho que no usaba, las blusas de resaque de colores negro, gris y azul, los cinturones con estoperoles y esos jeans ajustados, deslavados y algo gastados que tanto le gustaban, sentía que así completaba sus modificaciones personales por fuera y por dentro, ya que la opresión y desesperación que la aquejaban ya no estaban.

Regresaba a Cambio un poco de aquella rebeldía, que creía se había terminado, ya que ansiaba perforar su labio inferior de nuevo, pero el dolor que aquello podría ocasionarle le aterraba mucho más que la primera vez. Cuando se resigno a no horadarse de nuevo caminaba con una sonrisa y con gran paz interior.

A este cambio le siguió uno más, estuvo un par de días prisionera de la televisión, fue consumidora de esas historias de Hollywood dónde las chicas rubias encontraban el amor, y el amor de chicos muy apuestos, por lo que bromeaba con teñirse de rubia, ya que ellas tenían éxito en esas cuestiones en las que Cambio no lograba salir bien librada.

Se encontraba feliz, el año estaba por finalizar y creía que terminarlo soltera pero no sola era lo mejor que podía hacer, cuando el nuevo año entro sufrió un duro golpe que sacudió con aquella melena de trazos redondos bien definidos, al no saber que hacer y pensar que necesitaba borrar algunos actos de su vida, creyó que podar aquella cabeza de nuevo sería lo mejor, pero no quería terminar sin cabellos. Lo pensó y lo re-pensó y llegó a la conclusión de que sería bueno un nuevo color, claro que este no fue rubio.

El empaque de aquel tiente decía “Castaño Cenizo”  y según el dibujo en el cabello oscuro quedaba lindo, por lo cual se dispuso a comprarlo, una vez que se lo aplicaron, y al verse pensó que éste no había quedado de la misma tonalidad en toda aquella cabezota, pero no fue así, el tinte había quedado perfectamente bien adherido. Los resultados no fueron los esperados, a Cambio le parecía un tono muy extraño y no sabía si existía alguna palabra para nombrar aquel color. Vaya que su tono era raro, pero sin embargo parecía reflejar, probablemente aspectos del estado de animo de Cambio, ya que en ocasiones con los rayos del sol se veía rojizo, a veces cobraba un tono dorado y en otras era castaño, pero sin duda todo dependía, en gran parte, de los ojos que lo veían. A pesar de eso ella no creía que esa fuera la solución, pero si estaba un poco más calmada después de tan cruel noticia.

La chica que al desatar la coleta y dejar libres al viento sus cabellos, se transformo radicalmente, y en ocasiones éste manifiesta muchas etapas de su comportamiento. Sus amigos, Atrevida, Vanidad y Egocentrismo, siguen a su lado dando fuerzas para sentirse segura, con el transcurrir del tiempo, Cambio se entero que Aceptación, se había quedado sola, ya que quería que todos fueran de una manera muy diferente a lo que en realidad deseaban ser. 

La joven de nombre Cambio , alguna vez escucho a alguien decir que era polifacética, algo que nunca creyó, pero con el tiempo descubrió, que lo era, porque hasta en cada uno de sus cabellos se refleja.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz Año Nuevo

Se dice que cuando comienza el año, todo lo que paso se deje atrás, pero ¿cómo es posible dejar atrás lo que te paso a unas horas de que éste termine?

Barres tu casa hacía fuera porque el fenshui así lo recomienda, sacas las maletas o las pones detrás de la puerta, usas chones amarillos para el dinero o rojos para el amor, o quizá bra amarillo  y chones rojos, digo para que durante el año no falte ni amor ni dinero y que la ausencia de alguno la compense el otro, En algunas ocasiones se prepara la cena, pero con cena o sin cena, las 12 uvas no pueden faltar,  esas 12 uvas con las que casi nos atragantamos mientras esta la cuenta regresiva para decir Feliz año Nuevo! Y que mientras las tragamos (porque literal eso es lo que hacemos) pensamos en un propósito para enero, y quizá uno para cada mes.

Cada año es el mismo ritual, llega el 31 de diciembre y todos los hogares y aquellos supersticiosos hacen lo mismo cada año, los jóvenes, sobretodo aquellos a los que les gusta la parranda se alistan para ir a festejar a algún lado, para embriagarse y recibir bien el año, para bailar y conseguir ese beso, ese tan ansiado primer beso del 2011.

Todos o la gran mayoría dicen que año acabado y todo lo malo olvidado, yo digo que nadie lo olvida, y menos si te sucedió a unas horas de el año finalice, por lo menos yo a las 00:01 horas del 2011 aun lo tendré fresco en la memoria, y allí durar el resto del año.

Barrí mi casa para afuera, para de ese modo alejar las malas vibras, trapeé en la misma dirección, por si alguna se había quedado pues que se fuera ya, no se preparo cena, mis padres estaban trabajando y yo con la tonta ilusión de que festejaríamos la llegada del año como la familia feliz que pretendemos ser, que estaríamos en casa de mi prima esperando esa cuenta regresiva, ah pero que ilusa fui al creerlo.

19:00 PM del 31 de diciembre, mis ojos se llenan de lagrimas y corazón de rabia, cenaran hamburguesas y a mí quieren llevarme a casa de prima a celebrar con todos, por favor, si ni con mi familia directa me la paso bien, con los demás menos, de haber sabido que la pasaría sola, o que esa era su intención hubiera hecho algún otro plan, o les hubiera llorado por ese permiso para irme a Colima, que me negaron con tal sutileza, que cuando termine de decir –Me invitaron a pasar el 31 a Colima, cambiaron de tema.

Comienza el año, y para mi no porque comienza en sábado es bueno, lo comienzo llorando en mi habitación, escuchando a Guns and Roses , bebiendo coca cola y escuchando a mis papás quejarse de mi rebelde comportamiento, que si venían cansados del trabajo, que les conteste mal, que si que egoísta soy.

Ah, y por si eso no bastará mis vecinos tienen banda, ni como fumarse un cigarro, ellos no saben que lo hago, comienza el año y para mí, ni porque lo hace en sábado es bueno. Feliz Año Nuevo!!

jueves, 30 de diciembre de 2010

Crónica de un sueño


Me acosté, y después de dibujarlo en la oscuridad, de recordar sus ojos y anhelar sus labios, gire un poco, cerré los ojos y no supe más de mí.

Cuando el sol ya había salido y se colaba por  mi ventana, abrí mis ojos y los volví a cerrar, parecía como si fuesen imanes, acomode mis cobijas y comencé a soñar (supongo).  Habían transcurrido apenas unos cuantos minutos cuando tú, sin pensarlo te adentraste de nuevo en mi mundo,  pero en un mundo del que pocas veces soy conciente….

Yo estaba con tu hermana, en la plaza central de algún sitio, había un kiosco en el medio, bancas verdes,  y un viento tan helado que me hacía temblar; mientras bebía un café y entre lo nublado de mi vista, como un espejismo en el desierto apareciste tú, recorriste a paso lento esa distancia que nos separaba, tus pasos eran firmes y parecían dibujarse sobre los adoquines de aquella plazoleta. Cuando por fin llegaste, te sentaste a su lado, y mi presencia la ignoraste.

Llego una pequeña brisa que a mis ojos los obligo a cerrarse y cuando volvieron a su estado, tu madre estaba allí, bueno en realidad se estaba yendo y nosotros  rodeados de locales y aparadores, de maniquíes y gente. Pisos parecidos al mármol, puertas eléctricas y mucha publicidad. Recorrimos dos pasillos, ella y yo nos sentamos frente a una gran tienda de discos, tú llegaste y te sentaste junto a mí, preguntaste por nosotros (tú y yo) y yo ignore tu pregunta.

El aíre acondicionado de aquel sitio trajo consigo las notas de alguna canción, mis oídos reconocieron la melodía, y tu voz al unísono entono Mientes  del ex dúo Sin Bandera. Te volteé a ver y sonreí, enseguida pregunte si cantabas para ella, - ¿para quién? me preguntaste, - Para tu novia, respondí, y en ese momento tu cabeza encontró mi hombro y se postró sobre él, con mi mano comencé a juguetear sobre tus cabellos, justo como solía hacerlo antes, tú, tomaste mi mano y la dirigiste a tu mejilla, yo la acaricie, esa suavidad casi como terciopelo, me resulto tan familiar y al mismo tiempo tan extraña, fue como esa primera vez, como ese momento de soledad en aquella habitación con nuestra respiración agitada y nuestros cuerpos con sudor. El rosar tu piel, sentir tu cabello, mi reflejo en ti, todo fue nuevo.
Mis ojos se abrieron de golpe, y a pesar de que no estabas, tú, seguías en mi mundo, en ese del que pocas veces soy conciente.

Llenaste mi mente de nuestros abrumados recuerdos, de nuestros frenéticos momentos y de unos cuantos encuentros, ese sueño se torno tan real, que cuando mis ojos observaron la luz, por un instante pensaron que allí estabas tú.